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Acerca de la Ontopsicologia
Acerca de la Ontopsicologia
The New Ontopsychology
Guy Santibañez Hidalgo1
Resumen
Este enfoque surgido desde la Teología tiene interés, porque ilustra como cambian los puntos de vista del pensamiento religioso sobre una misma actividad humana concreta.
Esto sin tener que alterar un ápice los elementos esenciales de las soluciones dadas tradicionalmente a las cuestiones del alma, del espíritu y de sus relaciones con la divinidad.
En los últimos años se han injertado una serie de vástagos teológicos en la Psicología, entre ellos encontramos la "Nueva Ontopsicología", un intento de la Teología de ganar un espacio válido entre las "nuevas psicologías". Esta sola pretensión merece el examen de algunos de los puntos de vista, elementos relevantes de la Teología, como contribuciones a la Psicología. Nada resulta más interesante para la Teología que el buscar nuevos ámbitos donde ejercer su influencia en el quehacer de las diferentes formas del actuar del hombre, las cuales aparecen como empíricas o inductivas.
La Psicología ha sido una de las últimas disciplinas científicas en alcanzar una "madurez"  metodológica, hecho que permitió liberarla de los pensadores reflexivos y, abrirla plenamente al amplio espacio de la búsqueda de conocimientos. Este retardo histórico ejemplifica muy bien la observación de Bernal (1961), quien hizo notar que la mayor dificultad de la ciencia no está en obtener conocimientos, sino en vencer los prejuicios, los cuales dificultan su desarrollo.

Abstract
It is of interest to analyse the "New Ontopsychology" that has arisen from Theology. It is an illustration of the manner in which the standpoints of religious thinking about a concrete human activity have changed, without modifying the essential elements of the solutions traditionally given to matters of the soul and of its relations to divinity.
During the last years a series of theological points of view have been inserted into Psychology, among which Ontopsychology is found. It constitutes an attemp of Theology to gain a valid position among the "new psychologies". This sole pretension deserves a study of some of the points of view, of some of the relevant elements of Theology, as contributions to Psychology. Nothing is of greater interest to Theology than its search for new realms in which to exercise its influence on the different aspects of human activity.
Psychology has come to be one of the last scientific disciplines to achieve methodological "maturity". This has permitted it to become liberated from reflexive thinkers and to open it up to the wide scope of search for new knowledge. This delay is 1 Psicólogo, Académico Departamento de Psicología, Univ. de Chile email: gsantiba@uchile.cl reflected in the observation of Bernal (1961), who stressed that the greatest difficulty of science is not to obtain knowledge, but to defeat the prejudices that hamper its development.

Qué es la Nueva Ontopsicología
La Ontopsicología forma parte de una postura filosófica oficial de la teología vaticana que intenta retomar la conducción de la cultura en el ámbito greco-latino. Esta orientación doctrinal y filosófica hace que la orientación de la Ontopsicología resulte ser un reciclaje de la metafísica escolastica, pretendiendo con ello retomar el control de toda la cultura, través del manejo psicológico de extensos grupos sociales (Santibañez-H. 1997, Wojtyla, J. Pablo II, 1998).
Cedamos la palabra a doña Giulia Minichetti (1996), una entusiasta propagandista de ésta actividad: "La Ontopsicología es una corriente de la Psicología Humanistaexistencial que tiene como finalidad la evolución del potencial intelectual existente en cada ser humano...., la Ontología tiene una teoría sobre el hombre y sobre el mundo, una teoría derivada de la praxis que demuestra su exactitud por los resultados obtenidos en todos los campos. Su fundador, el profesor Antonio Meneghetti es por lo demás muy solicitado de las academias e instituciones más prestigiosas del mundo (Rusia, China, Brasil) y, trabaja por años para ayudar a desarrollar la psicología líder en sus diversos sectores de
aplicación..... La Ontopsicología es una cultura "viva", porque sus contenidos son novedosos, "vitales" y, para quien la aplica se convierte en un instrumento práctico y una guía segura para llegar a la autorealización... La Ontopsicología es una frontera de la psicología moderna, no solamente, porque tiene un método científico completamente diferente de las diversas corrientes que ha existido hasta hoy, sino que contiene un origen y un cambio que dan lógica y realización".
La Sra. Minichetti (1996) nos dice que deriva de la "praxis", es decir de una actividad utilitaria, al mismo tiempo que genera un "método científico" completamente diferente de las ciencias que hasta ahora han existido. Nos asegura que contiene un origen y un camino que dan lógica y realización". Estas afirmaciones son muy impresionantes, puesto que esta "disciplina teológica" constituye una actividad práctica en la cual hay una operatoria definida sobre una persona que esté en problemas (Meneghetti, 1988) La organización de estas operaciones prácticas en un conjunto de ideas, reflexiones, se constituyen en un método científico original que dan un resultado. Todo lo cual se
puede configurar de acuerdo con los principios lógicos de la escolástica medioeval y como veremos, basándose en la fe y la revelación.
En la "Psicología negativa o vampírica" (Meneghetti 1989), cuya versión castellana, bastante deficiente, ha llegado hasta nosotros, podemos observar que esta; "Ontopsicología" usa todo el aparato operacional básico de las contribuciones freudianas.
Sin embargo, cambia el significado de ciertos conceptos básicos, reemplazándolos por expresiones equivalentes, compatibles con las exigencias de la Escolástica oficial. No hay en todo esta exposición, nada que tenga que ver con la "ciencia", ni con la lógica y "las realizaciones", es decir, la efectividad terapéutica no aparece por ningún lado. De esta "praxis" nos ocuparemos más adelante; pero ella ignora los aportes científicos de la Psicología del siglo XX.
Examinemos ahora como la Sra. Minichetti nos presenta al fundador y jefe de la escuela: "Tanto la actividad científica desarrollada al comienzo de los años 70 como su difusión, nacen de una inteligencia superior de estatura internacional – Antonio Meneghetti, ex-sacerdote italiano (1936) presidente honorario de la Asociación Internacional de Ontopsicología, es Doctor en Teología, en Filosofía, en Sociología y Licenciado en Filosofía con mención en Psicología". Desgraciadamente, la autora no menciona el o los centros de estudio que otorgaron estos títulos. Esta omisión no deja de ser lamentable, puesto que la formación de una persona no depende del o de los títulos que se puedan exhibir sino de la solidez y seriedad de la formación recibida, lo cual depende mucho de la
institución en la cual el titulado ha sido formado. El Dr. Meneghetti tiene tal vez una buena formación en Filosofía y Teología. Esto de partida no es una formación favorable para trabajar en Psicología por muy brillante que una persona sea La Ontopsicología (que viene del griego "ontos" = ser; "psyche" = alma; psiquis; logos = estudio, significa "estudio del ser del alma") -agrega Minichetti- "nace de la crisis de las ciencias europeas ante el "insuperable límite de lo incognoscible" experimentado en la parábola existencial de su fundador y de la crisis sufrida por la más avanzada
investigación psicológica, psicoanalítica, la cual de hecho, se muestra incapaz ante el "misterio" del inconsciente e ineficaz a la solución clínica. El criterio de realidad que permite a la investigación "ontopsicológica" "entrar hacia las causas" y la certeza del nexo efectual se identifica en el campo semántico, descubrimiento exclusivo e instrumento fundamental de la investigación. El cual corresponde al comunicado energético de las dinámicas (emociones y lógicas). Conocer operativamente los signos, permite la evidencia de la subjetividad y de las interacciones intersubjetivas. De tal evidencia la ontopsicología ofrece la síntesis de las respuestas de las interrogantes sobre lo más intimo del hombre que dejaron abiertos tanto la filosofía clásica hace ya tiempo como en nuestros días la psicología humanista-existencial" (Minichetti, 1996 p. 35).
El fundador de la "escuela ontopsicológica" se presenta asimismo como una persona cuya "fortuna" ha sido el haber hecho diez severos años de sacerdocio y cuya fuerza radica en el hecho de haber ido "hasta el fondo de cualquier análisis secreto en el plano de la conciencia, del pecado, de lo diabólico, de la revelación, de la mística, de todo lo cual constituye la base sagrada última de la Teología. De aquí ha nacido mi crisis de conversión en el plano del cientificismo de la Psicología. No estoy contra la religión, por el contrario soy un enamorado de tantos personajes del mundo religioso. Si la estructura íntima de la ideología legitimada por las organizaciones eclesiásticas, hubiese dado la garantía de la salvación, sería aún uno de los grandes de esa sociedad" (Meneghetti, 1996 p.9).

El insuperable límite de lo incognoscible
Minichetti "sostiene que esta nueva psicología nace de la crisis de las ciencias europeas". Este lugar común tiene un doble pecado: el primero es afirmar tozudamente que las ciencias están en crisis, la cual impide reconocer que las ciencias han cambiado toda la dinámica social de una manera espectacular: el Homo sapiens se pasea en la actualidad por los espacios siderales, está al borde de sintetizar la vida, combate las enfermedades de una manera impresionante, ha creado las condiciones tecnológicas para liberarse del trabajo y por último posee todos los conocimientos necesarios para controlar los procesos subjetivos, conscientes o espirituales de la especie. Otra cosa, es la mala voluntad que la especie tiene para organizar su estructura social de una manera que estos conocimientos favorezcan a todos sus integrantes. La crisis no es un problema de la ciencia sino de la estructura social.
La crisis existente, en la actualidad, es de la sociedad, de su torpe estructura, del aprovechamiento irracional de los conocimientos disponibles, de la mediocridad de la gestión empresarial, entre otras tantas cosas. El segundo pecado de este lugar común es sostener que la crisis de la ciencia se debe a su incapacidad de "superar el límite de lo incognoscible", "el misterio del inconsciente". Esta ingenuidad, es una señal de cierta incapacidad de operar dentro de la más elemental regla de cualquier lógica, muestra que la autora no tiene la más mínima información sobre los progresos reales por la Psicobiología, la Neuropsicología, la Psicología del desarrollo, etc. durante el siglo XX. Este hecho sugiere que la autora se interesa exclusivamente de Metafísica, Teología, Religión y no de las ciencias psicológicas propiamente tales.
El mismo Meneghetti (1996) sugiere que el objeto de estudio de esta nueva ontopsicología "tiene claramente una finalidad teológica, buscar un camino que asegure la salvación". Para ello se ocupa de los fenómenos subjetivos persiguiendo como finalidad el orientar "el potencial intelectivo" humanistico-existencial que existe en cada ser humano por un camino lógico que conduce a la "autorealización".
Es un instrumento que permite conocer la existencia de la "subjetividad" y de la "intersubjetividad", es una respuesta a las preguntas que hace la "filosofía clásica" y la psicología humanista-existencial”. Es entonces un camino que conduce a la salvación.
Digamos, científicamente.

El camino de la salvación
Dejémonos guiar por el prof. A. Meneghetti en la búsqueda de este camino (Meneghetti, 1996). Nuestro autor empieza por analizar el "establishment" (1996. p. 4), afirmando que es una "herramienta irracional impositiva, destinada a coordinar el colectivo multilateral; por lo tanto una fuerza sistemática que nunca dará satisfacción al individuo".
Agrega, que el sistema no tiene como finalidad la "interioridad individual", que el "sistema es un hecho basado en la violencia histórica, en posesión de la violencia física, la cual se convierte en violencia económica, penal y civil". Recalca (op. cit. p.6) que "el sistema es la "psicosomática" de aquella violencia en acto que todos portamos inconscientemente de manera capilar". Hace hincapié en que para acabar con la violencia no es útil la resistencia, no es necesario oponerse al sistema. El cambio se consigue a través de la "metanoia individual". Esto es en el cambio interno completo llevado a cabo respetando el "en sí óntico". Cada uno debe cambiarse así mismo, no discutir con los otros, ni con los padres, ni con los niños. "Si no funcionas, significa que tú estas equivocado, la anomalía está sobre todo en ti mismo". Luego, no obstante, la violencia del sistema, el individuo aprenderá a establecer relaciones, especialmente, porque el "en sí óntico" tiene infinitas posibilidades
de adaptación, en tanto que nosotros mismos no estemos en contra". "Esto es el fundamento del sistema que determina lo humano contra lo humano. En tanto a través del voto, la revolución, la guerra civil se trata de matar a quien tiene la espada en la mano, en tanto que no se lleve a cabo la regeneración del hombre capaz de manejar esa espada que pone al hombre contra el hombre". El autor sugiere que el "en sí óntico" se encuentra dentro del individuo, pero que es ajeno a él. Este es el concepto clásico de alma. En todo caso una idea y no una realidad.
Al parecer la primera preocupación del autor es conseguir que el hombre se guarde de entrar en contradicción con la estructura social que lo afecta agresivamente, que responda a la violencia dejándola correr. Así probablemente quienes ejercitan la violencia regenerarán sus "en si ónticos" y reinará la armonía. Asegura que la "religión tiene una enorme función de contención y de servicio social, dado que la mayor parte de los hombres se enferman y desviada, la religión constituye un orden que de cualquier manera funciona".
Esta "ciencia" del leader de la "nueva ontopsicología" es asombrosa, estupefaciente, se olvida de cosas sumamente elementales al sostener, por ejemplo, que el individuo se encuentra inmerso en el "sistema", que él califica con la expresión inglesa de "establishment". En el punto de partida el autor introduce una abstracción en el lugar donde la más elemental honestidad intelectual exige realizar un análisis concreto y riguroso. En realidad el autor no se refiere a una "estructura social concreta", en la cual viven individuos también concretos. Normalmente se habla de "establishment" al aludir al
grupo de personas "poderosas" que perteneciendo a la clase dominante llevan una vida ostentosa basada en sus riquezas y extravagancias. Una sociedad puede ser calificada como sistema, teniendo presente que la estructura de una sociedad es "un sistema de sistemas", donde se incluyen los sistemas institucionales como el de salud, el escolar, el religioso, el jurídico, el laboral, etc. Examinando el problema del desarrollo histórico de los sistemas sociales vemos que cada uno de estos subsistemas pueden ejercer violencia. Tengamos presente como actualmente las Transnacionales ejercen una violencia inusitada a través del control que tienen sobre muchos subsistemas sobre los cuales tienen un alto grado de propiedad o injerencia administrativa o directriz. Recordemos como la Iglesia Católica ha ejercido la más notable de las violencias durante el medioevo, período en el cual las autoridades eclesiásticas tenían el dominio pleno y total del estado. Este hecho, histórico por cierto, no cambia por mucho que se pida disculpas a la divinidad, pero confirma el papel de la religión de contenedor social y de eficaz elemento de conservación de las estructuras sociales que favorecen a la religión de turno.

La violencia y la alienación social
Por otra parte habría que precisar que en éstas sociedades la violencia es ejercida por algunos individuos, los victimarios y todos los otros son víctimas. La "nueva ontopsicología" aconseja pasividad, regeneración del "en si óntico" individual sólo en las víctimas... «Qué hay de los victimarios»... Además hablando a las víctimas «Cómo pueden los niños que mueren de hambre tener tiempo para producir esta regeneración del "en sí óntico"». Muere un niño de hambre cada 20 a 30 segundos.. «es ese un tiempo suficiente para operar o actuar a través de la propia "metanoia"» -la hermosa palabra empleada por el autor, merece un comentario semántico- "más allá de lo conocible o cognoscible" , es decir "lo incognoscible o inconcebible". Estos niños se comportan como el prof. A. Meneghetti desea: no dicen nada, no discuten, sólo mueren. Este mundo está lleno de los que no dicen nada, la historia es un inmensos desfile de los que no ejercieron violencia y, sin embargo sufrieron angustia, desprecio, olvido y condiciones de vida subhumanas, ellos son los
arquetipos del prof. A. Meneghetti.
En todo esto "Qué posición tiene la religión", se consulta A. Meneghetti. El autor tiende a hablar en términos abstractos y con una capacidad de generalizar de una manera completamente ahistórica. Nos cuenta que la "violencia histórica" en posesión de la "violencia física", "genera la violencia económica, penal y civil". Presenta así la violencia como una entidad abstracta autosuficiente, sin causas genésicas, lo cual se convierte en física, económica, etc.. Sin embargo es al revés.
Un conocimiento mínimo de desarrollo histórico del Homo sapiens muestra que la violencia física y psicológica es generada en las estructuras sociales de todas las sociedades divididas en clase, resultantes de la destrucción de las sociedades comunitarias. De éste modo resulta que la violencia es una consecuencia de la dinámica social, por lo tanto la violencia está causalmente enraizada en el desarrollo social, en la violencia económica, principalmente.
En consecuencia el líder de la Ontopsicología obtiene dos ventajas para sus especulaciones; por una parte, es el "inconsciente individual" que perpetúa la violencia, es por ello el responsable del ejercicio de ésta violencia. La cual es traspasada al medio social que la ejerce, y por la otra, él descubre el remedio de administración individual para suprimir la violencia individual, histórica, inconsciente: el desarrollo del "en sí óntico" que se puede producir a través de la "noogénesis" –la regeneración de la mente en sí mientras a través de la propia metanoia –más allá de lo concebible, de lo cognoscible, lo inconocible, incognoscible. De esta manera estamos en pleno medioevo, naturalmente el único método para hace éste camino es "una revelación catártica".
En todo esto «Qué posición tiene la religión del Prof. A. Meneghetti»

"Es el nuevo Dios: una idea"
El autor de la nueva ontopsicología nos informa que el concepto de un dios a imagen y semejanza de un individuo, "es infantil y una aberración... esto no es más que una proyección esquizofrénica". Nos propone entonces un dios subjetivizado, para ponernos a tono con la melodía del prof. Meneghetti, es un dios introyectado: el dios "real está dentro de nosotros"; el en sí óntico es el dios de la vida, he ahí su presencia" (A. Meneghetti, 1996, p. 6)
Es impresionante lo que sostiene nuestro autor.... Por una parte toma el concepto freudiano de Eros, la entidad vital, lo convierte en una idea al despojarlo de su carácter de instinto y, por la otra, como no sabe lo que es la vida (fenómeno de origen divino, por lo tanto parte de lo incognoscible) postula la existencia de un dios de la vida: el en sí óntico.
En este sentido el aporte de nuestro autor a la Teología se reduce a degradar su dios al nivel
de Tlaloc o de Afrodita, pero ahora convertidos en una idea. Sin embargo, Freud propuso un instinto de muerte. «Cuál es él equivalente a Tanatos en la estructura mágica de la construcción teológica de Meneghetti». Lo examinaremos con detalle en el futuro. Ahora adelantemos que este principio tiene algo que ver con "lo malo", "lo diabólico", "lo vampírico" generador de violencia, destrucción y la causa básica de los fenómenos psicopatológicos (Meneghetti 1988).
Después de criticar a algunas religiones como "sistémicas" señala que “en un momento de necesidad existencial, el fracaso, la carencia hacen mercado, hacen partido, hacen iglesia. Cada país tiene la suya, la cual garantiza el camino al cielo, no obstante esto sea absurdo", nos dice que "la única prueba de cualquier religión, secta u organización es la fe" (Meneghetti op.cit. p6). Luego toma el concepto de fe de Pablo: "fe es la certeza de alguna cosa no demostrada". Lo rechaza afirmando que éste concepto analizado "en sí mismo" es vacío. "La certeza no demostrada, esto es invisible, significa rechazar cualquier hipótesis o crisma de realidad". Entonces podría ser una elección, un salto como sostiene Kierkegaard. Pero la naturaleza no hace saltos, tiene continuidad; dada ciertas premisas se tienen ciertas consecuencias, "según como siembres cosechas". "Por el contrario, aún si
uno no ha sembrado jamás, la religión afirma que si uno cree, habrá cosecha. Pero es comprensible que todos aquellos que no temen la diafanidad de la vida deben creer, por lo menos así se ayudan, les va mejor. De lo contrario la desesperación, el dejar de ser buenos, de otra manera el caos y la locura serían más atroces. En tal caso la religión es un ungüento" (Meneghetti op.cit. p.9).
El rechazo al concepto de fe propuesto por Pablo parece un tanto hecho a la ligera.
Pablo, realmente sostiene que la fe es la certeza de una cosa cuya existencia no ha sido puesta en evidencia, no ha sido objeto de conocimiento, es decir cuyas propiedades no han sido hechas accesibles al sujeto que la estudia. La idea de Pablo es muy clara: fe es creer en la existencia de un objeto desconocido. No es un problema de deducción lógica, no es un problema silogístico, sino simplemente de conocimiento empírico. Esto no significa absolutamente un juicio contrario a formular hipótesis. Pero téngase claro que la hipótesis no está basada en la fe, sino en las probabilidades de reflejar ciertas propiedades del objeto en estudio. Ellas pueden ser perfectamente falsas y no por ello dejan de ser hipótesis, ni dejan de ser útiles en el proceso gnoseogénico Pablo no habla de certeza fuera de contexto, al contrario se refiere a la certeza de algo objetivo: Dios. Meneghetti reclama el derecho de hacer una hipótesis pero él no hace ninguna hipótesis. Cree que la religión es un ungüento que ayuda a soportar los males de este mundo, y como ayuda a soportar hay que tener fe, porque la religión tiene como característica fundamental la de contar con la fe de los creyentes. No cabe la menor duda que sus años de sacerdocio, han servido a Meneghetti, al menos para manejar de buena o mala manera ciertas habilidades retóricas, típicas de la escolástica.
Una hipótesis no es un acto de fe, sino una condición intelectual, motivacional, psicológica, la cual favorece la exploración, la búsqueda de algo con una cierta probabilidad de existir y, de ser conocido. Lógicamente la metanoia no puede ser materia de hipótesis.
Nuestro autor se refiere en passant a Kierkegaard, argumentando que la fe según este autor es una elección o un salto. La situación discutida por él no es la misma que interesaba a Kierkegaard (1993), quien se ocupaba de una situación muy concreta en la que existían dos alternativas del mundo real, el dilema era por ejemplo "casarse o no casarse".
El autor jamás se encontraba ante una alternativa que exigía una decisión, un salto. El salto no tiene importancia teórica. Sin embargo, nuestro ontopsicólogo sostiene que "la naturaleza no hace saltos". Tampoco, en éste contexto, el problema de las acrobacias de la naturaleza es importante. El problema es que "el ungüento de Meneghetti" es de creer o no creer, de tener o no tener fe en la existencia del en si óntico, en la noogénesis y la metanoia. Este problema de la fe no queda tampoco resuelto, con recurrir a la experiencia campesina sintetizada en un adagio: "quien siembre, cosecha", puesto que éste adagio viene del aprendizaje hecho por los campesinos a través del tiempo. Es verdad, quien siembra cosecha... a veces si, a veces no. Una respuesta instrumental (sembrar) se fija aún cuando el refuerzo alcance 30% de las veces que las respuestas positivas se obtienen (cosecha) y muchas veces aún menos. No es la fe el fenómeno envuelto en la diada siembra-cosecha sino la habilidad de las personas para aprender acerca de la asociatividad de dos hechos.
No obstante, en éste punto Meneghetti puede tener razón. Todo el "pensamiento mágico" se mantiene vigente en las comunidades primigenias, porque de cuando en cuando, los ritos, las prácticas mágicas, los encantamientos resultan, coinciden con lo que se exigen de ellos. Agréguese a esto todo el despliegue sugestivo que tienen las personas que institucionalizan estas prácticas mágicas, las cuales contribuyen a fijar psicológicamente estas creencias aunque su eficiencia real sea muy baja. Siendo la religión una forma de pensamiento mágico, es posible que el "efecto ungüento" sea la causa de la adhesión de las gentes a las religiones. No es entonces importante la fe propiamente tal, sino el efecto ungüento de las prácticas religiosas. Esto sería válido para cualquier religión desde las que poseen dioses, tomados de la naturaleza, hasta las que representan configuraciones de ideas y otros procesos subjetivos. De esta manera el autor concibe la religión como una clara forma de pensamiento mágico.

La regeneración de la mente por sí misma como tarea fundamental de la
Psicología: la vida verdadera.
Meneghetti (1996) sostiene que el ser humano es muy adaptable; según el contexto social en el cual se encuentra, se adapta y convive. Es de opinión que para el Homo sapiens es muy importante el estar junto a otros seres humanos a fin de no caer en la soledad que no puede soportar. Pero este "estar juntos" no garantiza lo que llama "la vida verdadera", la cual para muchos no es importante, pues lo único considerado importante es sobrevivir, que al parecer del autor es "una vida falsa".
Escribe nuestro autor: "Todo va bien, pero si a alguien –rarísimos alguien- se interesa en las cuentas finales, entonces el juego cambia. Con la aprobación de la mayoría se obtiene la aprobación social, no la conquista de la vida. En esta última circunstancia se percibe la experiencia como poder, como un énfasis maravilloso, aún como éxtasis. Es el poder interior, la inmunidad a la decadencia, la diversidad como supremacía y como tiempo. Es un poder interior, la inmunidad a la decadencia, la diversidad como supremacía y como tiempo. Es un hecho en las coordenadas límites del en sí óntico. La fe, entonces que exige el ungüento religioso no solamente tranquiliza sino que aún a riesgo de quedar a merced de la soledad es el motor para alcanzar una coordenada límite del "en sí óntico".
En palabras pobres, Meneghetti nos invita a dejar toda actividad propia de la especie como no ofrecer resistencia ni contradecir a quienes consideramos dañinos, aún a convertirnos en seres marginales (santones, anacoretas, ermitaños) a fin de ganar la fe religiosa, la cual nos lleva a una individualización basada en el en sí óntico.
Nuestro autor es de la opinión que las personas, los individuos que viven hasta los 90-100 años pueden vivir hasta los 60 años como entidades biológicas, envueltos en los valores tradicionales (psicológicos, existenciales, sociológicos, económicos, etc.) cumpliendo una etapa llamada "biogénesis antrópica o antropológica". Esto significa que viven solamente para sobrevivir (Meneghetti, op.cit. p. 15). Pero en realidad se comienza el proceso de envejecimiento a los treinta y cinco años. Más tarde, "como entidad psíquica, como yema o brote es ya un tronco seco. En esta fase de biogénesis antrópica, cuando se es sobre los sesenta – si todo va bien – el sujeto se repite, es una cosa que está allí, no hay progreso, sólo estabilidad. Todos los seres humanos se arruinan en la esfera de la biogénesis antrópica... pero aquellos que encuentran el permanente compromiso entre la propia verdad y la necesidad histórica externa, sin desmentirse jamás así mismos ..., entran en el "espacio abierto de la noogénesis óntica". Noogénesis, en palabras simples "génesis del alma" o como dice el autor "regeneración de la mente por sí misma en el ser. La mente llega a tales niveles que puede regenerarse así misma en cualquier espacio del ser". Es decir la mente, el alma es autopoetica como diría algún gurú criollo.
Sobre el plano del desarrollo ontogenético, el ungüento de Meneghetti "es indispensable, del cual no se puede prescindir, porque es una orden colectiva, es una estructura indispensable para la higiene social. Trasmite una construcción racional e histórica progresiva, donde la naturaleza ha hecho un proyecto terminal" (Meneghetti, op.cit. p. 15).
Meneghetti (1996) propone usar el periodo de sobrevivencia para alcanzar la "noogénesis". Es decir, transformar la sobrevivencia antrópica. Sin embargo, esta sobrevivencia noogénica que pretende darnos la salvación es prácticamente una especie de estoicismo ascético, el cual carece toda significación social, es un abandono, es una etapa de alienación. El estoicismo es una filosofía de la decadencia social y de la inmovilidad individual. Estoicismo y epicureísmo son las dos caras de la filosofías de la crisis social.
Las novedades ontopsicológicas no son otra cosa que la vuelta "prácticas filosóficasreligiosas que han sido largamente sobrepasadas por la experiencia histórica.
Las afirmaciones de Meneghetti acerca de la edad en la cual se deja de vivir activamente no son exactas. El periodo en el cual se termina la vida activa es variable. Sin embargo, sus afirmaciones deben estar basadas en su experiencia como sacerdote.
Seguramente muchos de sus fieles eran inactivos a la edad que el señala y tal vez preocupados por vivir en el más allá hacían cuantiosas ofrendas para gozar de la vida verdadera del Prof. Meneghetti.
Pero súbitamente una pregunta me asalta. Si el profesor nació en 1936, tiene más de 60 años «verdad», Entonces: «En qué etapa del desarrollo vital se encuentra»

Las ventajas comparativas de la religión
La religión no sólo es un ungüento para Meneghetti, es una actividad, es una función ordenadora de la naturaleza, guía de los procesos vitales. Esto nos muestra que efectivamente éste autor no sólo no es enemigo de la religión, sino un promotor de ella. Es decir, un ideólogo. Es entonces, la religión un sistema con toda las propiedades que el autor atribuye a los sistemas. Puesto que una religión para existir no puede prescindir de una organización institucional, de una estructura social, de una jerarquía, de los procesos económicos que la sostienen, etc. ; Meneghetti nos cuela por la ventana lo que abomina en la puerta principal de su discurso. Sin embargo, la religión tiene un aspecto diabólico, pues pretende controlar al Homo sapiens a través de un amaestramiento sistemático, dirigido al control de sus proceso psicológicos subjetivos-comportamentales, dictando normas de
conductas y modulando los proceso subjetivos. Meneghetti quiere obtener la certeza de la salvación, quiere además evitar que la conversión adquiera la fenomenología de un proceso económico, quiere establecerla como surgiendo "autopoieticamente" de los individuos mismos. La expresión alma, de origen mágico está demasiado puesta en solfa, como así mismo el concepto de dios al cual se ha dado un contenido objetivo que históricamente ha variado desde la personificación de ésta entidad con fenómenos naturales como Tlaloc el dios mejicano de la lluvia, y con fenómenos animales (dioses zoomórficos), con entidades creadas como fenómenos subjetivos, mezcla de animal y hombre (dioses zooantropomórficos) pasando por figuras patriarcales (dios de Abraham) y en el afán de universalizar estos dioses caracterizarlos conceptualmente con ideas, las cuales naturalmente son fenómenos susceptibles de ser comunicados a través del lenguaje y de ésta manera, se socializan.
El en sí óntico es individual, pero es una entidad de tipo metanoico. El problema planteado a todos los teólogos, difícil de resolver, es como ligar el alma-fenómeno individual – a una entidad objetiva, la cual debe mantener esta alma en funciones. Existe sin embargo, una condición importante, el alma debe depender de ésta entidad rectora objetivada y ser de alguna manera independiente del cuerpo. La nomenclatura ha cambiado pero las ideas son las mismas desde el pensamiento mágico, pasando por el mágicoreligioso para llegar en la actualidad a las formulaciones pseudoontológicas.
Para cumplir esta tarea el autor parte de la afirmación: "Todos los grandes – quien de la poesía, quien en el arte de lo que es considerado religión – han sido testigos trascendentes, pero definitivos, de lo divino". Lo divino está presente en la cultura grecoromana desde siempre, ha sido bastante manoseado, y Meneghetti intenta reciclarlo: "Esta palabra tiene que ser limpiada, purificada de toda la historia de las posiciones, los análisis, los estudios, los intereses, las ideologías, los contrastes económicos, políticos y sociales, las constelaciones psíquicas, las influencias de la televisión, las historias de las diversas religiones, los aglutinantes sectarios". (Meneghetti 1996, p. 24). Este reciclaje implica nada menos que hacer desaparecer la historia: "borrón y cuenta nueva". Esto no es
sólo un reciclaje semántico sino de los hechos que han generado el significado. "La palabra, nos dice, designa a lo que es el "élan vital", el abrazo universal, el respiro holístico, lo sagrado como inmanente en la automovilidad de la existencia". Nótese la impotencia de Meneghetti para dar un sentido, un contenido nuevo al concepto. Como no lo logra recurre a metáforas tales como abrazos, respiros, o a ideologismos como élan vital, y por último cae en conceptos manoseados como lo sagrado que es prácticamente un sinónimo de lo divino. Sagrado es aquello que por su relación con lo divino es venerable.
En definitiva el autor no sabe que es lo divino, más allá de ser materia de adoración. El autor hace al en sí óntico sinónimo del élan vital, es decir el impulso a vivir. Lo cual es demasiado ingenuo en el siglo XXI.
Luego nos cuenta que Jesús es un "altísimo testigo de lo divino; lo cuenta, lo explica, lo evidencia, lo goza". Así, nuestro autor recurre a una dudosa maniobra medieval: recurre al principio de autoridad, válido para quienes comparten las ideas religiosas del autor, pero no para quienes no han perdido la capacidad de pensar. Agrega: "Y así tantos otros como él, notables o menos notables, estos maestros son la palabra, la fenomenología del en sí óntico. Ellos son el diálogo sostenido por sus en sí óntico de rara capacidad, de rara perfección –con el en sí óntico universal. Nosotros somos momentos de ésta globalidad extremadamente simple, buena estética, jocosa que es estable, acto unitarios, sin divisiones, sin contraindicaciones y actuante sin objetivarse, objetiva la propia
fenomenología, pero en si mismo es perenne, infinito sujeto sin objeto" (Meneghetti 1996 p.16).
Agrega en páginas siguientes "los grandes momentos de estos testimonios provisorios son las verbalizaciones de un contacto, de un sincretismo entre un en sí óntico –autónomamente evolucionado al máximo, el cual entra en interacción con esta simplicidad universal del en sí óntico total y divino "en sí". Ahí estamos de nuevo con el problema de la relación entre las almas individuales y las postuladas divinidades. Este se discute entre los filósofos-religiosos griegos, en todo el medioevo y sigue discutiéndose entre los escolásticos contemporáneos. De todas maneras hay reciclaje puramente verbal y no gnóstico, pues lo "incognoscible" en definitiva no puede ser conocido, sino como proceso subjetivo –como Don Quijote, las sirenas -, como elementos virtuales que pueblan el mundo, el medio subjetivo. No todo lo que existe en este medio tiene una equivalencia con los fenómenos del mundo-real, aunque de alguna forma resulta del procesamiento de actos provenientes del medio externo. Además, sostiene: "Cada en sí óntico" es un momento de presencia de lo divino, del absoluto en sí, por lo tanto entonces es la posibilidad de reintegrarnos a la unitiva identidad del "ser en sí" se llega así a absolutizar el ser en sí con la pérdida objetiva de la existencia y esto constituye la alegría, la exaltación, la gloria, el bienestar... la alegría por encima de cualquier deseo humano.
Después de devenir justo, se desarrolla una capacidad muy superior a la norma colectiva, por lo cual el sujeto aparece trascendente, hijo de dios... Este sujeto entra en visiones de universos paralelos, en el sentido mental, del espíritu".
La perdida del contacto del Homo sapiens con la realidad o de cualquier otro animal que posee un sistema neuroendocrino del mismo modelo que el humano, es una grave enfermedad, implica una inhibición de todo dato proveniente del mundo externo.
Esto es un estado de alienación máxima. El estado de exaltación, alegría, de éxtasis, es lo que tradicionalmente en las culturas orientales se conoce como meditación trascendental.
Si ésta práctica se convierte en usual, si se hace permanente puede llegarse a una estado de indiferencia completa o a un estado semejante a un estado cataléptico. La vertiente filosófica correspondiente, muy importante durante el período de decadencia del Imperio Romano, constituyó las bases de la filosofía estoicas y epicúreas, ambas impregnadas de la angustia, de la soledad y de la crisis de la vida normal. Estas son las que Hegel llama filosofías de la desesperación. Pues bien, estamos ahora en un período que afecta al mundo transnacional, estamos en una fase de disolución de un imperio decadente, perfectamente paralelo al romano. De esta manera no es de extrañar que la teología vaticana caiga lentamente en un prédica que salva a Dios, pero no a los creyentes. Esta
crisis tambien incluye las instituciones religiosas. La política oficial del Vaticano es apoderarse de la cultura y para esto trata de utilizar la puerta de la psicología como entrada. Hay también nostalgia medioevales, el Vaticano busca el poder terrenal, trabajo que ha confiado al Opus Dei, busca también la hegemonía cultural y para ello debe entrar a reconquistar la psicología, cenicienta antigua de la escolástica. El poder económico lo obtiene colaborando y formando parte del establisment. El autor pretende conquistar un espacio dentro de la psicología utilizando posiciones teóricas sin futuro, identificando la divinidad con la vida, separando la vida de lo viviente y operando con lugares comunes elaborados pragmáticamente, juntando posturas como el psicoanálisis, la lingüística, los
cultos religiosos orientales, la fenomenología, etc. . De este imbunche intelectual no saldrá nada, porque felizmente, aunque esto no sea agradable a algunos, la psicología no forma parte ni de la filosofía, ni de la teología escolástica. La Psicología es una ciencia experimental, aún al abordar problemas profundos de los más recónditos aspectos de la subjetividad.
Las contribuciones de Meneghetti y colaboradores están basadas en concepciones abstractas como metanoia, en el sí óntico, noogésis, en el desprecio más absoluto de la vida que es real, de carne y huesos. Cuando habla de amor como una actividad, como un momento de unidad entre el en si óntico individual y el en sí óntico universal, no habla del amor de las personas sino del amor censurado, calificado. Nos dice Meneghetti: "ciertos momentos sensuales son ocasiones para entrar en el mundo paralelo que es invisible. El sexo, el erotismo (no es lo genital del ciclo biológico conocido) tiene una capacidad de transsubstanciación (recordemos que transsubstanciación es la transformación del pan y del vino en el cuerpo y sangre de Cristo, cuando un sacerdote católico los
consagra –hace sagrado) que genera una visión más alta. Esto se puede llevar a cabo con personas, con árboles, con el prado, con el cielo, con el agua: son momentos de pánico, en los cuales aquel lugar se convierte en genius loci, se hace genio de pasaje al en sí del ser y el sujeto vive la plenitud, el orgasmo como un entusiasmante momento con el uno".
Si esto no fuera un desafío al intelecto, las metáforas de Meneghetti serían para reír y preguntarse que piensa éste señor de la pobre gente como nosotros. Tomadas literalmente sus afirmaciones son la descripción de una complicadísima perversión sexual o bien de una confusión conceptual que al parecer utiliza el término freudiano de Eros o bien, una metáfora que le permita ilustrar la unión entre el sí óntico individual con el sí óntico universal.
Todo esto me hace recordar una anécdota. Acostumbraba a conversar con una pequeña amiga, quién siempre estaba dispuesto a preguntar acerca de fenómenos que eran de su interés. Escuchaba las respuestas atentamente. Reflexionaba un momento y me sorprendía con una nueva pregunta... «Y cómo lo sabes» Más de alguna vez tuve que confesar que no lo sabía, que todo era una invención mía. La misma pregunta hay que formularla al sabio profesor Meneghetti «Cómo lo sabe».
Esta cuestión no es un problema de la Psicología sino de la Escolástica cuya finalidad es afirmar la existencia de la divinidad católica. Una respuesta se encuentra en la siguiente cita (Meneghetti, 1996 p.16). "El espíritu santo es la intencionalidad óntica que de lo simple actúa sobre el múltiple, la unidad de acción de las individuaciones múltiples que corren a reencontrar en el Uno. El espíritu santo es la experiencia revelada de la unidad intencional en lo real; es el gozo de cómo el individuo participa en esta maravillosa realidad... cuando el sujeto es el alquimista de creatividad, constantemente proporciona con la unidad de modos esta unidad mística que hace el espíritu santo". He ahí el objeto de la psicología del prof. A. Meneghetti. La nueva ontopsicología es en realidad muy vieja, ha renovado el vocabulario pero no las ideas ni los objetivos y, poco o nada tiene que ver la Psicología. Es un problema de teología escolástica recubierta con un velo filosófico muy tenue. Es producto de una cierta reflexión; la Psicología opera con hechos y con experimentos. Estas reflexiones que hemos examinado caen perfectamente dentro de las prescripciones del creador del Opus Dei y de las necesidades del Vaticano. El beato Escrivà 1982, M. 42,34,387,399, 401,416, Santibañez-H., 1997, p. (159-172) aconsejaba a sus seguidores usar de la Santa Audacia, de la Santa Desvergüenza, de la Santa Indignación, tal vez habría que agregar a la lista del beato; la "Sancta Stultitia".

Acerca de la Ontología
La Ontología tiene un largo desarrollo histórico como parte de la Filosofía, y más concretamente, de la Metafísica. Haremos una sucinta presentación cronológica de esta materia para aclarar los orígenes de esta forma de pensar.
En efecto, Aristóteles (384-302 AC) la denominó "Metafísica general", que debía ocuparse del "ser" o del "siendo esencial" como tal, de las características generales constituyentes del ser. Anselmo de Canterbury (1033-1109) propuso el argumento ontológico, en el cual el ser es identificado con Dios, cuya existencia se prueba, porque el solo hecho de ser pensado implica la realidad de su existencia. Goclenius(1613) y von Clauberg (1656) la caracterizaron como la doctrina de ser. Descartes (1596-1650) y otro filósofos de su corriente demostraron la existencia de Dios con argumentaciones ontológicas, entre ellas: que "Dios necesariamente existe" y que en el "concepto de Dios está envuelta la esencia más perfecta conteniendo las señales de la necesaria eternidad de Dios". Christian Wolf (1679-1754) introdujo el término Ontología – la doctrina del ser en general – en la terminología filosófica corriente, como la lógica del concepto de ser.
Sin embargo, esta doctrina no es una enseñanza cualquiera acerca del ser, sino la doctrina del ser en cuanto a ser, de sus condiciones y conceptos esencialmente característicos. N. Hartmann (1882-1950) ha precisado que esta doctrina estudia el ser en cuanto a tal y, G. Jacoby (1881-1969) la describe como la doctrina del siendo bajo el punto de vista de su condición de ser.
El concepto de Ontología ha tenido un largo trayecto histórico, en el cual se distingue la antigua y la nueva Ontología. Jacoby llegó a caracterizarla "como la doctrina que no depende de la conciencia cognoscente sino que tiene existencia por sí misma".
La antigua Ontología, parte inicial de la metafísica, constituye un sistema inconveniente para quienes están interesados en construir una visión de la realidad, del mundo, totalmente envuelta en una concepción metafísica, unitaria y coherente, al margen de los avatares de la realidad. La vieja Ontología entra en contradicción, por ejemplo, con los puntos de vista sostenidos por el neotomismo acerca del ser divino, de la omnipotencia de Dios, etc.
Se hacía entonces necesario construir una doctrina metafísica "limpia, que englobara la totalidad", que permitiera absorber todos los conocimientos y sus disciplinas, y no sólo una parte de ellas. Más aún, una importante diferencia entre la vieja y la nueva Ontología, es que la antigua, al ocuparse de los primeros principios y condiciones basales del ser, se aboca al estudio de ciertos aspectos del problema, mientras que la Metafísica de la nueva Ontología quiere entregar una visión holística, monopólica, del universo.
La vieja Ontología tenía el grave inconveniente de proyectar procesos subjetivos sobre la realidad, y como tal era un ejemplo clásico de idealismo objetivo; para ello empleaba una metodología especulativa y constructivista, racionalista y deductiva.
La renovación de la Ontología empieza en el Siglo XX. De aquí la denominación de Nueva Ontología, que es una reacción al misticismo subjetivista de la Metafísica que operaba en la primera fase del desarrollo capitalista. Los representantes de la Nueva Ontología necesitaban borrar las huellas subjetivistas y deductivistas del período anterior y aspiraban a reemplazarlas por una concepción inductivista y empírica. No les interesaba un conocimiento que fuera la conquista, el cultivo o el producto del objeto, sino la comprensión de algo, y el entendimiento de este algo anterior al conocimiento del objeto , y que se encuentre disponible antes que éste.
Desde el interior de la Filosofía emergieron, en los años veinte, corrientes de pensamiento que trataron de librar a la Filosofía del subjetivismo y de las restricciones subjetivistas, tales como el neokantianismo, el positivismo, la filosofía de la vida y el existencialismo (Cornforth 1933).
Así queda claro que la llamada Nueva Ontopsicología es un esfuerzo para retrotraer la Psicología al viejo molino escolástico de la Teología fundamental.
Los esfuerzos de los centros de dirección de la Iglesia Católica están empeñados en convertir la Teología católica en algo que pueda alcanzar mayor credibilidad en los potenciales creyentes. Ellos ven en esta tarea algo muy urgente, pues han aparecido una serie de síntomas de crisis en esta institución, que deben ser eficazmente combatidos.
Wojtyla (1998) en Fides et Ratio ha propuesto a los "testigos de la verdad divina y católica", sus obispos, una serie de normas tendientes a conciliar "la fé y la razón". Los autores hacen girar sus indicaciones en torno a ciertos principios teológicos básicos: a la verdad de la existencia de Divinidad, a la revelación como un método de conocimiento que implica el Espíritu, a la Fé, estado psicológico indispensable para captar la Verdad y a la necesidad absoluta de buscar el misterio de la Causa Primera en el interior de cada persona.
No es nuestro interés analizar el valor que puede tener este trabajo teológico, sino más bien desentrañar el esquema conceptual que lo estructura. La Filosofía y no la Ciencia ha concitado siempre el interés de la Iglesia, pero debe ponerse en claro cómo los aportes de la Filosofía interactúan con la fe que cultiva el Vaticano. "La Teología fundamental tiene que dar la razón a la Fe, debe encargarse de justificar y explicar la relación entre la Fe y la razón filosófica…Al estudiar la Revelación y su credibilidad, junto al correspondiente acto de fe, la teología fundamental debe mostrar cómo, a la luz de lo conocido por la fe, emergen algunas verdades que la razón ya posee en su camino autónomo de la búsqueda (op.cit. p101)…Del mismo modo, la teología fundamental debe mostrar la íntima compatibilidad entre la fé y su exigencia fundamental de ser explicitada mediante una razón capaz de dar su asentimiento en plena libertad. Así la fé sabrá mostrar plenamente un camino a una razón que busca plenamente la verdad (op. cit. p.102)".
Justamente ésta es la receta que Meneghetti y sus colaboradores han seguido: han tratado de encausar por la senda de la fe revelada algunos aspectos de la práctica psicopatológica subjetivista de insuficiente respaldo científico, pero que eventualmente pueda satisfacer una razón poco razonable. Luego han reemplazado a las categorías dinámicas de estas disciplinas, sustituyéndolas por categorías tomadas de la metafísica ontológica afin a la Teología fundamental de Wojtyla y sus testigos. Entre las categorías prestadas de la Teología fundamental mencionaremos a las diferentes variantes del ser óntico, del misterio de lo incognoscible, el camino de la salvación, la religión como principio ordenador o ungüento que ayuda a vivir, el vampirismo, el sentido último de lo existente, la psicología del bien y la del mal, etc. Todo ésto sin considerar absolutamente la enorme evidencia experimental en la cual está basada la Psicología contemporánea, lo que dispensa a la Nueva Ontopsicología de ser tomada en serio Estamos frente a una incursión peligrosa de la Teología en áreas que con el crecer del conocimiento sólidamente establecido podría hacer innecesario el renacimiento del pensamiento mágico post-moderno y la instauración de un nuevo medioevo como ha propuesto Vacca (1989).
 

Referencias
Bernal, J.D.1961. Die Wissenschaft in der Geschichte. Deutscher Verlag der Wissenschaften. Berlin.
Conforth, M. 1952. Wissenschaft contra Idealismus. Eine Untersuchung des “reinen Empirismus“ und der modernen Logik. Dietz Verlag. Berlin.
Escrivá de Balaguer, J.H. 1982. Camino. Ediciones Rialp S.A. Madrid.
Kierkegaard, S. 1993. Entweder/Oder. Gesammelte Werke. Band 1. Gütersloher Verlagshaus. Gerd. Mohn.
Meneghetti, A. 1988. La Psicología Negativa o Vampírica. Psicologia Editrice. Roma.
Meneghetti, A. 1996. Ontopsicologia. “Biogenesi antropica, noogenesi ontica. Eucarestia a fase viscerotonica”. Nueva Ontopsicologia 2: 3 –27.
Minichetti, G. 1996. L’Ontopsicologia: La scienza del Terzo Milenio. (Manuscrito publicado por la autora).
Santibáñez-H., G. 1997. En torno a la Universidad y la Cultura. «Del terror a la servidumbre». LOM Ediciones. Santiago.
Vacca, R. 1989. Il medioevo prossimo venturo. La degradazione dei grandi sistemi. S.p.A.
Milano.
Wojtyla, K. Juan Pablo II. 1998. Fides et Ratio. Eds. Paulina y San Pablo. Santiago.